
JOSÉ MANUEL CIRIA
Adentrarse en el universo de Ciria implica un viaje por superficies que dialogan entre el rigor y la espontaneidad, por huellas que se vuelven enigma y por retículas capaces de convertirse en metáforas de la memoria individual y colectiva. Sus composiciones nos interpelan con una elegancia formal que nunca esconde la intensidad de la búsqueda interior, recordándonos que la pintura, en manos de un creador inquieto, puede seguir generando preguntas y emociones renovadas.
Ciria se yergue como un testimonio de la vitalidad de la pintura en el siglo XXI. Con un pie en la tradición y otro en la experimentación más audaz, el artista nos invita a reflexionar sobre el sentido último de la imagen, sobre la libertad y los límites del lienzo, y sobre la capacidad del arte para trascender fronteras y convertirse en un acto íntimo de descubrimiento.
Se ha consolidado como una de las voces más destacadas de la pintura española contemporánea, gracias a un sólido discurso visual que fusiona con sutileza la fuerza expresiva de la abstracción gestual con la racionalidad de las formas geométricas. Desde sus primeras exposiciones en la década de 1980, su obra ha sido objeto de múltiples reconocimientos y ha ocupado espacios tan diversos como el Museo de Arte Contemporáneo de Herzliya (Tel Aviv), el Museo de Arte Abstracto Manuel Felguérez (México), el Museo Nacional de Arte Contemporáneo de Bucarest o el Museo La Neomudéjar (Madrid), entre otros.
En su trayectoria, Ciria ha explorado sin cesar las posibilidades y los límites de la pintura, concibiéndola como un territorio en continuo estado de investigación y apertura. Si bien se inició en un neoexpresionismo figurativo, hacia los años noventa comenzó a forjar las bases de lo que se convertiría en su sello distintivo: la síntesis entre la mancha libre y el orden geométrico. Esta transición da testimonio con particular fuerzala serie Máscaras de la Mirada, donde la energía del gesto y la intensidad del color cobran un protagonismo casi visceral, en diálogo con estructuras que sugieren un trasfondo más calculado.


Posteriormente, series como Sueños Construidos y Memoria Abstracta profundizan en la tensión entre el azar y la precisión. El artista recurre a una cuadrícula o retícula a veces severa, a veces sutil, que establece un contrapunto con manchas irregulares y líneas espontáneas. Ciria dota así a cada pieza de un halo de misterio y reflexión, invitando a examinar tanto la materialidad de la pintura –su densidad, su vibración cromática– como el trasfondo conceptual que habita tras ella: la memoria, la identidad y la naturaleza misma del acto creativo.
A lo largo de su producción, la idea de “proceso” resulta esencial. El artista examina distintos niveles de construcción pictórica y hace uso de técnicas de “azar controlado” un método en el que la pincelada libre, el goteo o la mezcla de sustancias adquieren un sentido experimental, pero siempre orientado por una profunda conciencia compositiva. El resultado son lienzos y soportes que trascienden la mera bidimensionalidad y configuran una experiencia envolvente para el espectador.
Ciria, también ha incorporado con audacia el volumen y la línea de contorno, en la serie The London Boxes, combinando la autonomía de la abstracción con matrices y siluetas reconocibles. Esta convivencia de códigos –pictóricos, geométricos, simbólicos– desemboca en obras que rozan lo onírico y que, al mismo tiempo, subrayan la fuerza de la pintura como forma de pensamiento.